Kamikaze con dos agujas

Hay muchas formas de aprender y cada uno se adapta a la que encuentra. Hay gente que se pasa meses leyendo algo antes de ponerlo en la práctica, hay gente que se larga a hacer un proyecto sin siquiera saber las técnicas básicas, también están los que hacen algo y ya creen que lo saben todo, los que a medida que van haciendo van consultando referencias, y otros cuantos más que no me puedo imaginar.

A mi me gusta buscar un patrón (si no es algo que se me ha ocurrido en mi desvariada cabezota) y consultar 25.000 libros/sitios web/amigos hasta que me sienta cómoda con alguna de las explicaciones de posibles métodos, modificaciones, técnicas para solucionar las dificultades con las que me encuentro, etc.

Y una forma de explicar esto ha sido mi historia con las dos agujas/punto media.

La primera cosa que tejí (y la única durante unos 25 años) fue una bufanda  marrón que la maestra de Manualidades (sí, yo lo escribo con mayúscula) nos obligaba a hacer. No había muchas opciones en ese entonces, no sé si todavía es así, pero el programa  era siempre el mismo. Si eras una nena hacías una bufanda, si eras un nene hacías un barco o máscara tallados en la base de madera de la hoja de una palmera. Lo único que me acuerdo que era compartido era que tanto nenes como nenas hacíamos una alfombra de tela arpillera bordada a punto cruz con lana de colores. Me acuerdo perfectamente porque tenía un compañero que era el último de tres hermanos y trató de pasar una alfombra hecha por su hermano mayor, ¡jua!... ¡para qué! todavía me acuerdo de la maestra de manualidades diciéndole de todo, que a ella no se la podía engañar, que se acordaba de todo lo que le llevaban.

Por el escándalo que hizo debía tomarse muy en serio su trabajo, porque han pasado más de 20 años y no se me borra de la mente.

Bueno... estábamos hablando de la bufanda marrón, la misma no llegó a medir más de medio metro, me aburría muchísimo hacerla y me parecía algo interminable. Llegó un punto en el que decidí que ya era suficiente y la cerré, la entregué doblada (evitando que se notase su abreviada longitud) para que la maestra la colocase en la vitrina/aparador del pasillo de la escuela. Allí ponían todas las cosas un tiempo prudencial para que la vergüenza llegase a su punto máximo antes de ahogarse en el olvido.

Que conste que me parece bien mostrar las cosas que hacen los niños, pero cuando un niño sabe que algo está mal, lo sabe perfectamente.

Nerone calentito

¿Y qué fue de esa bufanda una vez devuelta? Me acuerdo el estar en la casa de mis abuelos paternos y que mi abuelo Pepe se la pusiese en el cuello como si de un tesoro se tratase, me acuerdo que no lo llegaba a cerrar mucho, que apenas se superponían los lados, pero él se la puso igual.

Y después desapareció.

Hace un año o un poco más (a mis 30), después de ver en muchos de los blogs a los que me gustaba meterme una cantidad desbordante de tejidos, descripciones de lo relajante que era y lo satisfactorio que resultaba, me entró el bichito de la curiosidad...

¿Y que tal si no era tan malo como parecía?

Traté de ver que me enseñara alguien, pero era muy poco tangible y las personas que se ofrecían no tenían idea de mis ansias intempestivas, me enseñaban de a poquiiiiito y muy de vez en cuando. No me servía.



Un ejemplo de las cosas útiles que hay en ese blog

Me averigüé cursos, pero eran, a mi parecer, muy caros. Prefería comprarme lana con esa cantidad de dinero (si, soy un poco rata a veces). Y entre mis meditaciones mi madre entró en escena, no para enseñarme, sino para indicarme un blog en el cual enseñaban cosas de crochet (del que si sé, gracias a mi madre pero porque me enseñó, pero eso para otro día, que esto ya está muuuuuuuuuy largo) y de dos agujas.

No puedo explicarles lo bueno que está, se llama Tejiendo Perú, es de una mujer que se llama Esperanza y aprendí muy fácilmente (no digo que yo ya teja bien, digo que aprendí, ojoo). Además enseña a tejer con el método Continental, con el cual no hay que estar como un tonto pasando la lana por encima de la aguja, se parece mucho al crochet, cosa que me encantó.

a ver quién descubre un pequeño error...

Primero hice una mantita roja para los playmovil de mi hija con una lana que tenía por allí, alterné distintos puntos para ver cómo se me daba la cosa y más o menos me pareció que iba bien. Entonces ya empecé a hacer de las mías...

Me gustó una imagen de una bufanda que encontré en Internet y traté de hacer mi versión con unas lanas que me había comprado en un viaje a Madrid. La bufanda era básicamente un muestrario de puntos rodeado de punto musgo, pero era tan bonita que (a pesar de tener la foto) no voy a mostrárselas. No me conviene. 

Mejor les muestro la que tejí yo y listo. A mi cocinerito le gusta (¡y la usa!) así que problema resuelto...



Y a la mostra también le gusta..

 Otro día les muestro en qué otras prendas tejidas me estoy embarcando actualmente...